Cada pizza que pides está en riesgo por una fuerza opresiva: la caja. Aunque está diseñada para protegerla del mundo exterior, la caja en sí puede convertirse en el mayor enemigo de la pizza.
Ahí es donde entras tú. Toma rápidamente la mesa de pizza, colócala sobre la pizza y déjala vivir otro día. Si fallas, morirá a tiempo de la mano de lo único que se suponía que debía protegerlo.